viernes, 20 de junio de 2008

OTROS MUNDOS

Siempre creí que mi hermana me apoyaría continuamente, como hizo durante toda nuestra vida. Veintitrés años no pasan rápido, para nada, pero mi carrera me mantenía ocupada comprando telas y cosiendo atolondradamente. Por suerte, Vixy me animaba, luciendo en las pasarelas, la ropa que yo le diseñaba. Era todo un placer verla transformar esos retazos de colores, en un fenomenal vestido. Nuestras vidas parecían ligadas eternamente. Yo, diseñando; ella, modelando. Un sueño hecho realidad.
Siempre quise ser diseñadora de moda y ella, por su parte, siempre deseó ser modelo. Recuerdo que de niñas jugábamos con los vestidos de mamá. No había nada más lindo que ponernos sus zapatos y usar sus joyas. Nos divertíamos mucho. Además yo quería ser astronauta. Parece una locura ¿Verdad? Moda y Astros; nada en común. Aunque lo mío no era nada. Vixy, además de modelo ¡quería ser diputada! Pero cada una eligió el camino que más la conectaba con la otra. Un error.
A la mañana, temprano, en uno de esos días nublados, fui a comprar tela para mi nueva colección otoño-invierno. El lugar no quedaba lejos, y había muchos negocios por el camino. En un locutorio, cerrado por cierto, había un cartel pegado. Me llamó la atención la cantidad de color del mismo, por lo que lo miré detenidamente. Comencé a leer. Se requería de un voluntario con poco y medio conocimiento de astronomía para probar un nuevo prototipo de nave. Era extraño ver un aviso de ese tipo publicado en una vidriera, pero mi innata curiosidad me llevó hasta las puertas del Research Center of Galaxies; en donde no tardé en conocer a Aarón Volkovich. Él me puso al tanto de la situación: Este nuevo prototipo de nave fue diseñado para viajar el tiempo que el destino disponga; pero había algo que hacía que los profesionales no se acercaran: Tanya I no tenía brújula. Una vez que despegase, sólo el piloto la guiaría. Por eso estaban desesperados. Nadie tenía una vida tan miserable como para dejar todo, sólo para ayudar a la ciencia. Aarón me suplicó. Debía pensarlo; dejar a mi hermana, mi carrera, nuestra casa, no era algo tentador. Por suerte, tenía tiempo para reflexionar...

-¡Estás loca!
-No quería hacerte enojar...
-Lo lograste muy fácilmente. Tenés todo acá. ¡No podés dejarme sola!
-No vas a estar sola. Laura, Emi y Bianca te acompañarán.
-No es lo mismo una amiga que una hermana...
-Pero es mi oportunidad. ¿Cuántas veces te ruegan que te subas a una nave y descubras cosas nuevas?
-Una nave, que por cierto, no probaron.
-Una nave que puede llevarme a cualquier lugar.
-¿Cualquier lugar? Estás chiflada. Mejor nos relajamos y vamos a la heladería ¿sí?
-¡Vixy! ¿No entendés? Siempre quise ser astronauta. ¿Te acordás? ¿Te acordás cuando jugábamos juntas?
-¡Como si fuera posible olvidarlo!...
-Intentá entrar en la Facultad. Por lo menos así, las dos quedamos conformes. Yo, en el espacio, vos en la Tierra.
El silencio anegó la sala de estar. Cabizbaja, Vixy contestó:
-Mirá, no me atrae demasiado la idea, pero si es lo que realmente querés, voy a apoyarte; siempre.
-¡Gracias hermanita! No voy a defraudarte.

Era sencillamente, enorme. ¿Podría pilotear eso? Las ansias, los nervios, la intriga. Realmente quería eso. Quería saber qué hay más allá de unas cuatro paredes. Tras leer el manual y tomar clases intensivas por dos meses, estaba lista para mi despegue. El despegue de MI vida.

Celeste, azul, rojo, naranja, marrón, amarillo y hasta violeta. ¿Quién lo hubiera pensado? El universo tiene mil colores. Disfruté las primeras horas, hasta que la radio de la nave empezó a sonar:
-¡Tasha! ¡Tasha! ¿Me escucha? Cambio.
-Lo escucho. Cambio.
-¿Cómo va todo? Cambio.
-Bien Aarón. ¿Y la Tierra ? Cambio.
-Todo igual. Tengo a alguien que quisiera saludarla. Cambio.
-Adelante, pásemela. Cambio.
Tras un silencio, la voz de Vixy inundó la cabina.
-¡Tasha! ¿Me oís?
-Fuerte y claro, hermanita. ¿Cómo estás?
-Debo devolverte la pregunta.
-Bien, bien.
-Y... contáme ¿Cómo es todo por allá?
-Igual que un arco iris, pero con enormes meteoritos, satélites y estrellas.
Luego de una pausa, Vixy volvió a hablar:
-¡Te extraño mucho!
Nada pude hacer, nada más que llorar.
-Yo también te extraño...
Mi último contacto con la Tierra. ¿Qué pasó? El transmisor se había averiado. Entre lágrimas y nervios, atiné a sacar el manual. Poco podía hacer desde dentro, tan solo esperar...

Luego de poner el piloto automático, me recosté. No quería pensar en lo peor. Sola, en una nave sin brújula y sin contacto con el único mundo que conocía. ¿Podría ser peor? ¿Para que habré abierto la boca?
Un ligero vaivén me sacudió. Salté de la silla, e intenté fijarme qué había pasado.

-¿Qué es Tierra?
-Es un planeta, del Sistema Solar.
-¿Qué es Sistema Solar?
-¿No lo saben?
-Ya te dijimos que sólo conocemos Vilium M4.
-Cierto...
-No te preocupes, te entendemos. Observa y relájate.
-Se parece a la Tierra.
-¿Cómo es la Tierra ?
- La Tierra... ¿Por dónde empiezo? Es enorme, con agua, continentes, plantas, animales, personas...
-¿Como acá?
-Parecido. La diferencia está en el cuidado de la gente. Allá, se talan los bosques, se contamina el agua y el aire, se mata en las guerras y se hiere cotidianamente. Aunque tiene su lado positivo: La tecnología abrió nuevas puertas a las ciencias.
-Por lo que decís es muy hermosa.
-Sí... lo es.
-Muy bien, nos motivaste lo suficiente como para ayudarte. Arreglaremos el armazón de la nave y el transmisor.
-¡Gracias!

Sí. Efectivamente había chocado con un planeta: mediano, con agua, aire, bosques, plantas y animales. Lo más raro, eran esas personas. Personas de habla española, que venían de un planeta llamado Vilium M4. Me contaron que habían llegado hace unos años, luego de una expedición fallida. Encontraron este lugar de casualidad, justo antes de que se les acabara el combustible. Les llamó la atención lo hermoso y tranquilo que era, por lo que, luego de intentar inútilmente llenar el tanque de la nave, decidieron quedarse. Lo bautizaron GO1 (Galaxia Olvidada 1).
Creía que no había vida en otros planetas; y mucho menos, gente que hablara español. Mi asombro crecía a cada segundo. Era increíble conocer otros mundos.

Mientras los animales corrían por el verde pasto, yo miraba a la gente trabajar en Tanya 1. Esperé y esperé, hasta que me avisaron que la nave estaba lista. Lo malo era que no habían podido arreglar el transmisor.
Tenía que elegir ya:
Podía intentar despegar otra vez, y seguir mi viaje sin rumbo, o podía quedarme en ese lugar, en el que no conocía a nadie.

Desde el día en que tomé mi decisión estoy muy feliz. Era cuestión de tiempo antes de que me acostumbrara al presente. Lo que todavía suena en mi cabeza es la voz de Vixy diciendo “¡TE EXTRAÑO!”. No pude establecer contacto nunca más. Salvo eso, todo está bien, por ahora.

Ailén Acebey
1º4º